Agility, un deporte canino que fue creado por Peter Meanwell, adiestrador canino, en la primera mitad de los años setenta. Se hizo popular este deporte en la presentación del famoso Show canino de Crufts en 1977, como una forma de entretener a los visitantes en la exposición canina. 

Dra, Sara Sánchez Hernández

Agility, su circuito de obstáculos está diseñado para desarrollar destreza en los perros y crear vínculos con su manejador. Mientras el perro corre tiene que subir rampas, saltar obstáculos, atravesar túneles; mientras su guía corre a su lado dirigiéndolo y animándolo únicamente con la voz y gestos, en ningún momento puede haber contacto físico. Es una forma de diversión sana con el perro, además de mantener en ambos un  buen estado físico, mejora la coordinación y también ayuda a tener una gran agilidad mental.

El Agility es un deporte que está abierto a todos los perros sin excepción, no importa la edad, la raza o el tamaño, se trata de un juego de destreza. De igual forma puede practicarlo cualquier persona, ya sea joven, adulta o mayor. Lo único que se necesita es un perro, un manejador, un collar, una correa, premios, entrenamiento, mucho amor, paciencia y entusiasmo.

Actualmente un grupo de personas animalistas y amantes de los animales en Bogotá, crearon un equipo especial con sus perros; Jacob, Bollito, Nicolás, Lupe, Mateo, Whisky, Rio, Légolas y Rocky, la mayoría adoptados, muchos con antecedentes de maltrato y abandono pero ahora con una nueva vida, donde sus propietarios decidieron volverse sus guías y empezar a entrenar este deporte, estableciendo vínculos estrechos con sus mascotas, ayudándolas a rehabilitarse emocionalmente.

Liliana Bernal Colmenares, actual Capitana Equipo Petcal Agility, nos relata la primera vez que vio a su compañero de equipo: Jacob. Un labrador dorado que llevaba varios meses viviendo en la calle y que evidentemente se notaba que había tenido un hogar pero había sido abandonado. Le prometió que si la esperaba mientras ella sacaba unas fotocopias, le iba a ayudar.  Así poco a poco llegó a formar parte de su familia humana y peluda, tenía sarna muy avanzada y desnutrición, pero con cuidados y mucho amor se curó de sus problemas físicos, pero no mejoraba su expresión de tristeza, bastaba con verlo para saber que su corazón estaba roto.  Con su familia hicieron todo para animarlo pero no lo lograron.

Todo cambió cuando decidieron inscribirlo a los entrenamientos de Agility en la Cruz Roja de Bogotá.  El Agility es un deporte para perros y guías el cual consiste en sortear una seria de obstáculos como: saltos, rampas, túneles, balancines y pasarelas en un orden determinado por el juez, a uno como participante le dan 8 minutos para memorizar el recorrido antes de hacer la pista con el perro. La combinación de entrenamientos, ejercicios, carreras y medallas ganadas con Jacob practicando el deporte empezaron a dar sus resultados en él; su cara, aptitud y mirada cambiaron totalmente.

Otro caso sorprendente es Luna, mejor conocida en Agility como “Bollito”, es una mezcla entre Schnnauzer y Murciélago, ¡Por sus grandes orejas! Ella fue rescatada de la inundación que hubo en Chía hace ya varios años, ciega de un ojo y con su audición disminuida seguramente por el maltrato  al que fue sometida, es ahora uno de los ejemplares que más se destaca en este deporte, a sus 9 años es la campeona oficial de Expopet en el abierto individual 2014.

Actualmente los patrocina el Club Canino Petcal quienes se sintieron identificados con el equipo donde la mayoría de los perros son rescatados, han ganado varias competencia locales y nacionales demostrando que cualquier perro sea de raza o no puede hacer Agility, solo se necesitan las ganas.

 

“El Agility te hace ser una mejor persona” eso me dijo el entrenador en su primera clase y después de 3 años de practicarlo concluyo que no solo te hace ser una mejor persona, hace que tu binomio, tu compañero de carrera, tu perro sea feliz y tenga mejor calidad de vida y logre sobrellevar los obstáculos que se le presentan, no solo  los físicos, también esos obstáculos que por el maltrato y el abandono que en su pasado existieron les dejaron cicatrices en su corazón, concluye Liliana Bernal Colmenares.